GOL DIGITAL / Nico Williams está cada vez más cerca de sellar su continuidad en San Mamés. El Athletic Club ha reactivado las negociaciones para renovar al extremo con un contrato que refleje su peso actual en el equipo
El Athletic Club ha decidido actuar como quien encierra una joya en un cofre de acero antes de que los piratas se acerquen a la costa. Nico Williams, ese extremo con desparpajo de calle y velocidad de tormenta, será si todo sale como planean en Ibaigane el futbolista mejor pagado de la historia rojiblanca. Diez millones de euros brutos al año no son solo un gesto económico, son una declaración de amor, una promesa de continuidad y, también, una manera elegante de decirle al mundo que no todo tiene precio pero sí una buena cláusula.
La renovación no se firmará entre bastidores ni bajo presión. El club espera a que Nico termine su periplo con la selección española en la Final Four de la Nations League para sentarse de nuevo a la mesa. Lo que está en juego no es solo un contrato, es la arquitectura simbólica del futuro del Athletic. Y como en toda buena historia bilbaína, no basta con un sueldo generoso; hay que levantar una muralla legal que combine la ambición con el realismo, como se hizo con Laporte, aquel otro talento que también parecía eterno hasta que el fútbol moderno llamó con maletín en mano.

Entre el oro de Londres y la nostalgia de San Mamés
Mientras tanto, en la sombra de los despachos europeos, los pretendientes acechan como halcones, el Arsenal y el Chelsea hacen cálculos; el Bayern y el Madrid merodean sin tocar la puerta pero sin perder de vista el reloj. El Barça, eterno amante despechado, observa desde lejos, sabiendo que sus finanzas hoy no le dan para cortejar. No se trata solo de fútbol, es el mercado funcionando como una tragicomedia donde los sentimientos duran menos que las cláusulas.
Y sin embargo, en Bilbao, donde los abrazos se dan con fuerza y la lealtad todavía importa, aún creen que el vínculo con Nico puede estirarse sin romperse. El regreso a la Champions actúa como bálsamo y argumento, el Athletic puede volver a ser escaparate sin dejar de ser casa. Por eso se rompe el techo salarial sin pudor, porque Nico representa más que goles y regates, representa una forma de estar en el mundo, entre la raíz y el vértigo.
Cláusulas que suben como la marea
El punto más delicado de la negociación se escribe con letras pequeñas pero consecuencias enormes, la cláusula de rescisión. No se trata de blindar como quien encierra, sino de valorar como quien protege. El modelo Laporte subida progresiva y liberación posible sirve de brújula. Para Nico, con su actual tasación en 70 millones, se proyecta un marco que podría escalar hasta los 90, lo suficiente para ahuyentar a los compradores impulsivos sin espantar a los verdaderamente decididos.
En Lezama saben que el talento no espera y que el mercado no perdona. Por eso trabajan con la premura de quien prepara un paracaídas antes de volar. El acuerdo no está cerrado, pero el reloj avanza, y la voluntad mutua parece clara, cerrar todo antes de que el balón eche a rodar en julio. Porque en el fútbol moderno, firmar a tiempo no es solo estrategia es supervivencia.
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