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Los malagueños demuestran su devoción por esta fiesta al llenar las calles de la capital y la provincia de brujas, vampiros, zombies y hasta calaveras mexicanas
Estaba todo planificado desde hace días. Y las tiendas de disfraces ya lo avisaban con largas colas durante toda la semana. El despliegue de muertos vivientes, vampiros, brujas y calaveras fue anoche algo espectacular, y en cualquier rincón de la provincia era muy sencillo encontrar calabazas naranjas, sangre artificial y algo de látex.
La tarde ya comenzaba fuerte. Además de las fiestas infantiles de disfraces, que ya se han convertido en algo habitual en los colegios, los barrios escuchaban el eco de un «truco o trato» que, pese a su origen norteamericano, amenaza con quedarse. A medida que iba anocheciendo, los distintos eventos se iban multiplicando. Un lúgubre Museo Interactivo de la Música (MIMMA) abría sus puertas para enseñar el altar de los muertos que había dedicado al cantautor mexicano José Alfredo Jiménez, con la comida, bebida y dulces que le gustaban, tal como marca la tradición.
A las ocho de la tarde, el sonido metálico del pórtico del Cementerio Inglés chirrió mientras los asistentes –que agotaron las entradas anoche– subían la cuesta del camposanto, dudando de si la visita que le harían a Robert Boyd les asustaría o no. Este año es el tercero en el que esta ‘resurrección’ tiene lugar, y es uno de los eventos que más triunfan entre los amantes de la noche del 31 de octubre. A escasos metros, el Festy Market de La Malagueta –que suele ser con ‘glamour’– tornó a puestos con telas negras iluminados con velas, en los que los concursos de disfraces y las actuaciones en vivo provocaron que se llenara la calle Cervantes.
El magnífico escenario del jardín jotánico-histórico de la Concepción sirvió ayer para que algún despistado que no lo conocía –y por supuesto los que ya habían estado– dieran una vuelta ‘terrorífica’ entre sus plantas y árboles, como en el teatro Alameda, cuyas entrañas albergaron un tour que relató, a golpes de sobresaltos, la historia de la niña Cecilia y de su institutriz. Mientras todo esto ocurría, en la localidad nerjeña de Maro, la plaza del pueblo cambiaba su aspecto para fusionar la tradición más antigua del Día de Todos los Santos con el Halloween más anglosajón. Bajo el nombre de Maroween, tanto los turistas como los residentes pudieron compartir las diferentes maneras de celebrar la noche.
Pese a todo, los auténticos protagonistas de la velada fueron los miles de malagueños que salieron a las calles más céntricas de sus municipios para lucir capas, colmillos y sombreros. Aunque la pareja bruja y vampiro siguió siendo un año más lo preferido por la mayoría, en esta ocasión también se pudieron observar multitud de calaveras mexicanas, así como muertos vivientes o zombies al estilo de la serie televisiva ‘Walking dead’. Un terror, la noche de Halloween, que ya pertenece a los malagueños.
En SUR nos gustaría compartir contigo esos momentos de terrorífica diversión y por eso os invitamos a que nos enviéis vuestras fotos en Twitter con el hashtag #HalloweenSUR.
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