GRANADA HOY/ ELGENIL ENTRE EL CALOR Y LA PROHIBICION : BAÑISTAS RETAN EL VETO AL BAÑO EN EL RIO GRANADINO/
La Policía Local defiende que “el agua no está controlada sanitariamente" y “la multa puede ser de hasta 750 euros”
El PSOE denuncia el estado "deplorable" del río Genil y exige su limpieza urgente
Si algo ha dejado claro la actual ola de calor que azota la provincia de Granada es que los vecinos de la ciudad necesitan medios para refrescarse y hacer más llevaderas las sofocantes temperaturas con las que ha entrado agosto.
El río Genil ha sido una apuesta segura para muchos durante años. Una fuente de agua fresca procedente de Sierra Nevada que sirve, como mínimo, para refrescar los tobillos de los más acalorados. Sin embargo, esta costumbre está ahora en el punto de mira de la Policía Local, que recientemente ha comunicado en sus redes sociales que, "pese a las altas temperaturas que tenemos, recordamos que está prohibido bañarse en los ríos de nuestra ciudad".
Los motivos no son menores. Según el mensaje difundido en su perfil oficial de X, “la prohibición no es un capricho”, ya que “el agua no está controlada sanitariamente y puede haber objetos peligrosos bajo las aguas”. Y por si las razones de salud no convencen a los más atrevidos, se recuerda que “la multa puede ser de hasta 750 euros”.
Voces desde el río
Granada Hoy se ha desplazado hasta varios tramos del río Genil para conocer de primera mano la opinión de vecinos y bañistas.
La estampa del río en el Puente Verde no es veraniega. Apenas dos grupos de entre tres y cinco jóvenes se agrupan bajo en las inmediaciones de este. La mayoría charlan fuera del agua mientras comen pipas y beben refrescos. A su vez, sus camisetas descansan sobre sus patinetes eléctricos, aparcados lejos del río.
Francisco está a punto de fotografiar a su amigo Candi, ambos con los pies en el agua, cuando este redactor les interrumpe. “Llevamos viniendo aquí desde que tenemos ocho años y nunca ha pasado nada. Venían todos los niños del barrio”, comenta Candi. Sin embargo, Francisco recuerda que el día anterior una patrulla municipal les advirtió.
“Vinieron unos locales y nos dijeron que saliéramos del agua. Nos fuimos, claro... ¿quién no les hace caso?”, afirma entre risas.
Unos metros más arriba, descansando sobre una toalla, Yoana y Sara, dos jóvenes granadinas, explican que “el hecho de bajar aquí es casi una tradición. Aquí no hacemos daño a nadie”. Respecto a los avisos de la Policía, Sara considera que “vienen más por el tema de los porros que por el agua. Esto está lleno incluso en invierno, aunque la gente no se meta”.
No hay masificación alguna. Cada grupo está separado por al menos 20 metros. Si hay alguien que disfruta sin restricciones, son los perros, que corretean junto a sus dueños y juegan en el agua, provocando sonrisas y miradas cómplices entre los viandantes.
Más adelante, un grupo de tres amigos en torno a la treintena también expresa su opinión. “En las playas tampoco ves lo que hay debajo y te bañas. Y hay muchas que tampoco están saludables”, defiende Cristian, mientras se peinaba el pelo mojado hacia atrás. A su lado, Sergio añade: “La gente solo mete los pies. No te vas a tirar de cabeza aquí”.
La mayoría de los bañistas son jóvenes de entre 15 y 30 años, aunque no todos. Armando y Juan, dos jubilados que pasean por la ribera, recuerdan otros tiempos: “Aquí solo se bañan los chaveas. Ahora el agua está sucia por los residuos de los centros comerciales, pero cuando éramos niños podías beber este agua”.
No todos los presentes son conscientes de la prohibición. Ethel, de México, y Ely, nacida en Barcelona, se muestran sorprendidas: “No sabíamos que estaba prohibido. De hecho, hemos limpiado basura del río. Una bolsa de gusanitos, una carcasa de móvil y también vimos un carro del Mercadona más arriba”.
“Si Granada tiene este medio para refrescarse y hay gente que no puede ir a la playa, no deberíamos desaprovecharlo”, critica Ely.
En una zona más apartada, Aitor y Antonio recogen sus cosas y reaccionan con incredulidad al enterarse de que el baño está prohibido. “Entendería que se prohibiese si esto estuviese masificado. Pero las sanciones deberían ser para los que ensucian”, opinan.
Aitor, granadino, confiesa que solo se ha bañado una vez en el río, pero defiende su uso explicando que "tenemos aquí un río maravilloso. Si está sucio, cuando llegue a mi casa me ducho”.
Sanciones aisladas
Fuentes municipales aseguran a este periódico que la ordenanza de la convivencia en su artículo 84 impide el baño en el río bajo sanción de hasta 750 euros. Al efecto, hay señales verticales a la altura del Hospital Inmaculada, en el embarcadero y también a la altura del Polideportivo de Bola de Oro.
Además, la Policía cuenta con una minuta para el seguimiento de posibles bañistas durante todo el mes de agosto.
Así, el cuerpo policial acumula seis denuncias por bañarse a la altura del río en Puente Verde en lo que va de verano.
La normativa municipal no permite el baño en los ríos de la ciudad, y las autoridades insisten en que el veto responde a motivos sanitarios y de seguridad, no a una medida arbitraria. Aun así, la costumbre persiste, impulsada por las altas temperaturas, la tradición popular y la falta de alternativas accesibles para todos. Por este motivo, muchos piden que el debate no se centre en "si meterse en el Genil es legal o no, sino qué opciones tiene Granada para que sus vecinos afronten el calor sin poner en riesgo su salud.
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