martes, 27 de septiembre de 2016

UNAS VACACIONES COMO DIOS MANDA IDEAL.ES

La Ermita de las Eras corona la cima de la zona conocida como Cruz de San Sebastián, en Algarinejo.La Ermita de las Eras corona la cima de la zona conocida como Cruz de San Sebastián, en Algarinejo. /
    • Un vecino de Algarinejo culmina el sueño de su padre: levantar una ermita que finalmente será casa rural. Con una arquitectura idéntica a la de una iglesia, en su interior alberga una peculiar vivienda decorada íntegramente con objetos reciclados


Algunos senderistas despistados, que casi podrían rebautizarse como peregrinos, llegan a la cima animados por la presencia de un templo de aspecto medieval. Después de una larga caminata llega la meta... y la sorpresa. Cara a cara con la aparente ermita, lo que desde la distancia parecía una cruz que coronaba el campanario no es más que un trébol de cuatro hojas sobre un manillar de bicicleta reciclado. Su arquitectura llama a engaño. El aspecto vetusto de sus muros se transforma en las distancias cortas en una sucesión de materiales contemporáneos. Un mar de dudas. Los caminantes se topan de frente con una peculiar casa con toda la pinta de ser una iglesia románica. Pero a veces las apariencias engañan. Y ésta es una de esas veces.
«Se acercan y se interesan. Me lo paso bien explicándoles», comenta José Antonio Cabello, propietario de esta curiosidad arquitectónica que se erige sobre un risco en el cerro de la Cruz de San Sebastián, en el pueblo granadino de Algarinejo. Funcionario del Ayuntamiento de Loja, en sus ratos no tan libres ha culminado el sueño que hace 15 años empezó a construir con sus propias manos su padre José, ya fallecido, y que continuó también hasta su muerte su madre, María. «Decía que aquí estaba muy a gusto, que se sentía en la gloria», afirma. Nunca mejor dicho, visto el halo religioso que impregna la construcción. Lo curioso es que, tal y como confiesa con extrañeza, a lo largo de su vida su padre no fue lo que se dice religioso «pero se le ocurrió aquello cuando ya era mayor y todos le apoyamos».
El reto de los últimos años de vida de este albañil granadino recuerda a la aventura emprendida a kilómetros de distancia por Justo Gallego, el octogenario que levanta desde hace cinco décadas una catedral en Mejorada del Campo en la que sólo hay materiales reciclados. Las comparaciones son inevitables. «Aquí los cimientos son de cemento», bromea José Antonio sobre la consistencia de la construcción que inició su padre, quien desgraciadamente no tuvo tiempo de culminar su obra. Sólo a poner esos robustos cimientos. «Creo que no llegó ni a colocar el tejado».






José Antonio recogió el testigo de sus padres, pero le dio un giro de 180 grados a los planes iniciales. Nada de consagrar el edificio, bautizado como Ermita de las Eras. «Consideré que para el fomento del turismo rural en la zona podía ser más interesante». Y más llamativo, eso es evidente. Alojarse en una ermita, ni más ni menos. En el edificio, de casi 200 metros cuadrados, el continente no tiene nada que ver con el contenido. De dintel para fuera, entran ganas de santiguarse. De arco para dentro, lo que apetece es echarse una siesta en el sofá con 'chaise longue' colocado estratégicamente en la nave central, con vistas a la cúpula del ábside de una iglesia en potencia.
El techo está presidido por un enorme fresco inspirado en el Pantocrátor de la iglesia de San Clemente de Tahull, en Lérida. Aquí también hay truco. «Lo hicieron un par de amigos artistas pero se permitieron algunas licencias. A los ángeles les puso mi cara, la suya y la de su mujer, que es japonesa», desvela. Un querubín con los ojos rasgados. Tal cual.
En los últimos meses, José Antonio se ha dedicado a darle el «toquecillo final» para poder empezar a recibir huéspedes. Pintura, muebles, decoración... Todo es reciclado. «Siempre me gustó darle una segunda vida a los objetos», relata. La extraña vivienda cuenta con salón y cocina americana en la nave central, un rincón con sofá cama en el coro de madera y un baño en la sacristía, que también da acceso a la planta baja, donde se ubican dos dormitorios. Las vistas, con mirador incluido, merecen un capítulo aparte. El horizonte se pierde camino de las Sierras Subbética.
Ahora anda enfrascado en la burocracia. En el catastro la propiedad consta como religiosa aunque esté levantada por particulares en terrenos privados. Ya inscrita en el registro de Turismo de Andalucía, le queda obtener el visto bueno tanto del Ayuntamiento como de la Junta al plan de actuación para que el edificio sea una vivienda con todas las de la ley. Confía en que los trámites no se demoren mucho. De hecho, ya se anuncia en algunos portales web, aunque la reserva está cerrada. Como precio, baraja los 120 euros por noche. Y si la cosa va bien, incluso se plantea ampliar la vivienda a cuatro los dormitorios.
Los vecinos del pueblo tienen sensaciones encontradas. «Algunos dicen que estamos locos y otros que es un proyecto muy bonito». Cuestión de gustos. Tampoco teme a las opiniones de la Iglesia. «No creo que haya una ley que impida que se haga un edificio con una forma determinada. Además, hemos sido muy prudentes y no hay ningún símbolo religioso. Un fresco del Pantocrátor lo puede tener cualquiera en su casa». Y la suya será una casa abierta a cualquier persona interesada en pasar unas vacaciones 'como Dios manda'.